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Foto del escritorCatalina Garau

Tendencias de financiación en América Latina: Qué nos dicen los datos y hacia dónde vamos


Las convocatorias de respuesta rápida frente a la crisis por COVID-19 representaron un incremento en el monto ofertado para los ODS 3 (salud y bienestar) y 8 (trabajo y crecimiento econ.) en 2020, principalmente por las oportunidades enfocadas en fortalecer la capacidad de diagnóstico y prevención del virus, la producción de la vacuna y los subsidios de emergencia destinados a empresas y trabajadores. En el 2021, es probable que esta tendencia continúe dada la necesidad de garantizar salud de calidad, expandir rápidamente el acceso y confianza en las vacunas y promover la reactivación económica en América Latina.


Hay un despertar de una conciencia medioambiental producto del COVID-19 que trajo consigo una preocupación por repensar los modelos de producción y consumo para fomentar una economía sustentable para el planeta, lo cual se evidencia principalmente en el incremento de la financiación destinada al ODS 12 (producción y consumo responsable). En conexión con ello, se puede observar un aumento en el monto destinado en los ODS 13 (acción por el clima), 14 (vida submarina) y 15 (ecosistemas terrestres), a raíz de la importancia de abordar la crisis climática y proteger la biodiversidad para evitar la aparición y propagación de epidemias futuras.


En el 2020 también hubo un incremento considerable en el monto otorgado para el ODS 1 (fin de la pobreza) en comparación con el 2018 y 2019, dada la necesidad de mitigar los efectos de la crisis económica y el aumento de la pobreza. Según la CEPAL (2021), se estima que a finales del 2020 el número de personas en condición de pobreza en América Latina ascendió a 209 millones, es decir, 22 millones más que el año anterior. En el 2021, es probable que incremente la ayuda en ODS que contribuyen a reducir las desigualdades generadas por la pandemia, como los son el ODS 2 (hambre 0), que en tan solo dos meses del 2021 ha alcanzado el 79% del financiamiento que obtuvo en todo el 2020, y en los ODS 5 (igualdad de género) y 10 (reducción de desigualdades).


De igual manera, dada la importancia que la pandemia le ha otorgado a las tecnologías de información, existe y habrá un interés a largo plazo en financiar temas relacionados con tecnología e inteligencia artificial, invertir en infraestructura que contribuya a la recuperación económica y fomentar el uso de medios de transporte sustentables.


Las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) deben enfrentar retos que, aunque han estado presentes anteriormente, en el contexto actual por COVID-19 son más difíciles de gestionar. La reducción de los recursos no sólo afecta los esfuerzos para atender las situaciones derivadas de la crisis, sino también tiene un impacto en la necesidad de transformarse ante una nueva realidad digital, aumentando las posibilidades de tener problemas operativos al adaptarse a nuevas formas de funcionamiento y de recaudación de fondos.


Las OSC no solo deberán trabajar en la tecnificación y fortalecimiento en competencias digitales, sino también deberán dar vuelta hacia la diversificación de las temáticas de trabajo y mejorar las evaluaciones de impacto que evidencien el valor agregado de los proyectos ante esta nueva realidad. Así mismo, es importante que las OSC sean asertivas en cuanto a la búsqueda de alianzas estratégicas, dado que la pandemia reafirmó la necesidad de promover la colaboración entre organizaciones y presenta una oportunidad para fortalecer la cooperación regional por un objetivo común.


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