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Resiliencia Financiera en el Ecosistema de Impacto: Adaptación y Oportunidades en América Latina

Natalia Jiménez Vaquiro

Actualizado: 17 mar

En la coyuntura actual, la política exterior de Estados Unidos ha experimentado cambios significativos, como lo podemos evidenciar en la reducción de fondos en la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y otros recursos públicos destinados para América Latina. Esta reorientación ha generado un desafío para organizaciones sociales, emprendimientos de impacto y entidades gubernamentales que dependen en gran medida de estos recursos para impulsar iniciativas de desarrollo sostenibles. 


En 2024, USAID asignó más de 44,000 millones de dólares en ayuda global, de los cuales 2,300 millones se destinaron a Latinoamérica. Sin embargo, en febrero de 2025, la administración del presidente Donald Trump decidió congelar estos fondos durante tres meses con el objetivo de reevaluar los programas financiados en la región. Esta medida ha impactado directamente iniciativas en educación, desarrollo económico y fortalecimiento institucional. Además de los recortes en USAID, otros recursos públicos del gobierno de Estados Unidos también se han visto afectados. En 2023, Estados Unidos desembolsó aproximadamente 72,000 millones de dólares en asistencia exterior, de los cuales cerca de 43,800 millones fueron canalizados a través de USAID y 21,300 millones mediante el Departamento de Estado. Ante este escenario, el ecosistema de impacto en América Latina debe reevaluar sus estrategias de financiamiento y avanzar hacia modelos más autónomos y resilientes.


Desde Innpactia, hemos observado que la disminución de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) no es un fenómeno aislado ni reciente, sino una tendencia que se ha manifestado durante años en diversas regiones. El contexto actual, solo viene a hacer más evidente esta realidad, resaltando la importancia de la diversificación.  La excesiva dependencia de un solo donante o financiador pone en riesgo la continuidad de los proyectos y limita su capacidad de adaptación ante cambios políticos y económicos externos. 


Diversificación de las fuentes de financiamiento 

Para reducir la vulnerabilidad del ecosistema de impacto en Latinoamérica, es esencial diversificar las fuentes de financiamiento, con el fin de evitar la dependencia de una única fuente de ingreso o tipo de financiamiento. Existen diversidas alternativas que pueden fortalecer la sostenibilidad de los proyectos o iniciativas y garantizar su continuidad a largo plazo: 


A pesar de la reducción de fondos por parte de USAID y otras agencias estadounidenses, existen fundaciones y organizaciones filantrópicas internacionales que continúan apoyando iniciativas de impacto. Fundaciones como Ford, Rockefeller y Open Society han demostrado un compromiso con la región, aunque con enfoques y prioridades específicas. Paralelamente, fundaciones europeas como BBVA y Telefónica (España) y Konrad Adenauer (Alemania) trabajan en educación digital, emprendimiento e institucionalidad. Fundaciones regionales como Carlos Slim y FEMSA (México) han expandido sus programas de salud y educación a países vecinos, mientras que organizaciones asiáticas como Nippon y Toyota (Japón) incrementan su presencia en conservación y educación técnica. Estas entidades se caracterizan por su adaptabilidad local, colaboración público-privada y un enfoque regional integrado.


Países como China, India, Emiratos Árabes Unidos y Brasil han aumentado su participación en la cooperación internacional, ofreciendo nuevas oportunidades de financiamiento. Estos actores emergentes presentan esquemas de cooperación Sur-Sur, con un enfoque más flexible y adaptado a las necesidades locales.


El ecosistema de inversión de impacto ha desarrollado diversos instrumentos financieros que combinan retorno financiero con impacto medible. Estos incluyen bonos temáticos que financian proyectos específicos: verdes (ambientales), azules (océanos), naranjas (economía creativa), sociales (impacto social) y de género (equidad); mecanismos basados en resultados como bonos de impacto y pagos por resultados; y blended finance o mecanismos mixtos que combinan capital concesional con comercial para reducir riesgos y atraer más inversión privada. En este ecosistema, los Family Offices juegan un papel importante como inversores estratégicos, participando activamente en estos instrumentos innovadores para combinar rendimientos financieros con impacto social. Junto con los fondos de inversión de impacto y préstamos vinculados a resultados, estos mecanismos están transformando el financiamiento social al alinear retornos con impacto positivo.


Las plataformas de crowdfunding son mecanismos que permiten captar recursos de múltiples donantes o inversores individuales. A diferencia de las finanzas innovadoras, que involucran instrumentos financieros estructurados e inversores institucionales, el crowdfunding se basa en contribuciones menores que, en conjunto, pueden financiar proyectos específicos. Este modelo democratiza el acceso al financiamiento y permite una conexión directa entre proyectos y sus potenciales financiadores.


A diferencia del crowdfunding, las donaciones individuales provienen de personas con altos patrimonios interesados en causas específicas. La creación de estrategias de engagement y programas de donantes recurrentes puede representar una fuente estable de financiamiento.


Las organizaciones deben transitar hacia modelos de generación de ingresos propios, como la venta de servicios o productos, licenciamiento de tecnologías, entre otros. Este enfoque reduce la dependencia de donaciones y garantiza estabilidad financiera a largo plazo.


El trabajo articulado con organismos multilaterales como el BID, CAF y el Banco Mundial, así como con el sector privado, puede potenciar el alcance y la sostenibilidad de los proyectos de impacto. Estas alianzas son fundamentales para compartir conocimiento, recursos y redes que fortalezcan el ecosistema.


La diversificación de fuentes de financiamiento no solo fortalece la autonomía del ecosistema de impacto, sino que también impulsa una mayor eficiencia y transparencia en la ejecución de proyectos, al permitir una gestión más estratégica y menos vulnerable a cambios extremos. Además, fomenta la competitividad e innovación dentro del sector, incentivando la adopción de mejores prácticas y promoviendo la rendición de cuentas. Esto, a su vez, garantiza la sostenibilidad del ecosistema, generando estructuras financieras más resilientes y asegurando que los beneficios para las comunidades y sectores más vulnerables sean sostenidos y escalables en el tiempo. 


Hacia un Ecosistema de Impacto más Resiliente y Colaborativo

La actual coyuntura en el financiamiento internacional; aunque es desafiante, representa una oportunidad para transformar el ecosistema de impacto en América Latina. Los cambios en las políticas de cooperación nos invitan a reimaginar nuestras estrategias de sostenibilidad financiera con mayor innovación, convirtiendo los obstáculos en oportunidades para construir organizaciones más resilientes. 


La dependencia de un único donante nos ha demostrado ser un riesgo crítico para la sostenibilidad de los proyectos sociales. Las organizaciones que diversifican sus fuentes de financiamiento no sólo aseguran su continuidad, sino que fortalecen su capacidad de adaptación e innovación, manteniendo la independencia en sus decisiones y el impacto en sus comunidades.


Es por ello, que desde Innpactia, hacemos un llamado urgente a todos los actores del ecosistema de impacto (organizaciones de la sociedad civil, empresas privadas, entidades públicas, organismos multilaterales, family offices y filántropos) a unir esfuerzos y recursos en una respuesta coordinada y colaborativa. La reducción en el financiamiento internacional no es solo un problema organizacional, sino un desafío colectivo que requiere soluciones sistémicas. Invitamos a construir alianzas estratégicas, compartir conocimientos y recursos, y desarrollar mecanismos innovadores de financiamiento que permitan sostener y escalar el impacto social en nuestra región. Solo a través de un trabajo articulado y solidario podremos superar estos desafíos y continuar transformando positivamente la realidad de América Latina.

 
 

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